
Son demasiados los niños pequeños que agreden física o verbalmente a sus padres cuando están enfadados. Esto no tiene por qué ocurrir solo en familias que están desestructuradas o presentarse en niños que hayan padecido abusos. El niño que pega a sus padres cada vez está más extendido en nuestra sociedad.
La agresividad infantil no siempre se asocia a un trastorno, a una pauta cultural o al nivel socioeconómico de su entorno familiar. Entonces, ¿por qué pegan o insultan los niños a sus padres?
El niño que pega a sus padres, una conducta que debe revisarse
Es posible que alguna vez hayas visto a un niño o una niña que, en medio de una rabieta, haya intentado empujar o pegar a sus padres. También, es posible que hayas visto escenas de insultos poco agradables de presenciar.
Son situaciones que impactan y que pueden llegar a hacerte sentir tenso, ya que los padres no saben cómo reaccionar ante esta violencia e incluso, pueden responder con más violencia.
Este problema siempre suele ocurrir por un cúmulo de factores que se deben de tener muy presentes para entender por qué el pequeño tiene una gran falta de gestión emocional. Le faltan habilidades suficientes para controlar las emociones intensas que está teniendo en un momento determinado.
Y también puede ocurrir porque en el núcleo familiar exista una falta de normas y límites o que haya demasiados. En este sentido, la educación que es demasiado permisiva o demasiado autoritaria hace que los pequeños tengan baja tolerancia la frustración, sean más impulsivos y no tengan empatía. Todo esto puede hacer que nazca el comportamiento agresivo infantil.
La edad también es un punto importante que hay que tener en cuenta. Es necesario saber la edad que tiene el pequeño, ya que no es lo mismo un niño de 15 meses que pegue a alguien que le ha quitado un juguete, un niño de 6 años que empuja a otro ante un momento de frustración o un adolescente de 16 que agrede a su hermano cada vez que se enfada.
Así pues, a continuación, vamos a ver según la edad por qué puede ocurrir y qué puedes hacer para solucionar el problema en el caso de que tu hijo te pegue. De esta manera, entenderás su conducta y sabrás cómo abordar el asunto.
El niño que pega a sus padres: 3 o 4 años
El niño que pega a sus padres a esta edad puede tener conductas egoístas y agresivas cuando tiene una rabieta. Pero es a partir de los 3 años cuando esta conducta debe quedar eliminada y moldear, de este modo, un buen comportamiento ante una frustración o emoción intensa.
Son reacciones normales ante la frustración con estas edades que, en realidad, no tienen una verdadera intención de hacer daño. Es simplemente su respuesta emocional intensa a causa de una ira explosiva incontrolada al no poder conseguir lo que desean en un momento determinado.
Es la edad primordial para comenzar a enseñar a los pequeños estrategias de afrontamiento emocional para lidiar con los conflictos o sensaciones negativas que puedan tener.
5 o 6 años
A esta edad es posible que el pequeño sienta que con la agresión es la única manera de poder llamar la atención de sus progenitores. Se da cuenta de que, cuando tiene una explosión de ira, sus padres le hacen caso. Ocurre un refuerzo negativo que potencia esa conducta poco adecuada en su desarrollo.
En este sentido, es fundamental que observes tu propio comportamiento ante una conducta agresiva de tu hijo y saber si en tu proceder hay algo que pueda imitar de algún modo. También tienes que tener en cuenta si en tu comportamiento hay algo que pueda hacer que tu pequeño estalle.
Analiza cuándo tu hijo o hija está tranquilo y reclama tu atención o ayuda, qué hace cuando no le escuchas con atención o no atiendes sus necesidades porque estás ocupado u ocupada haciendo otras cosas. Qué ocurre cuando no muestras empatía ni disponibilidad ante sus demandas.
Los niños necesitan sentirse escuchados y comprendidos
Los hijos necesitan sentirse escuchados y comprendidos. Si no les haces caso normalmente, preferirán tener una explosión emocional y recibir así tu atención, en lugar de sentirse ignorados. Si haces las cosas de manera violenta y les ayudas a conseguir lo que desean, seguirán haciéndolo. Por eso, tu reacción es muy importante ante este tipo de circunstancias.
No todo lo que tu hijo pida tiene que ser atendido. Y en muchas ocasiones, tienes que enseñarle la espera y la tolerancia a la frustración, a través de la empatía y del cariño. Aunque no le des todo lo que pide, préstale atención y centra tu interés en él junto con una buena comprensión. Así, podrás enseñarle a manejar mejor la frustración y las emociones más intensas.
Puedes enseñarle que las cosas que quiere las puede conseguir de otra forma, por ejemplo, comportándose mejor sin necesidad de pegar o de tener un comportamiento agresivo.
Eres su ejemplo: ¿qué puedes hacer?
Recuerda que eres su mejor ejemplo y que, por lo tanto, tu reacción es fundamental. No pierdas los papeles, no grites, no te enfades y, mucho menos, pegues. Porque si lo haces, es más que probable que tu hijo también haga lo mismo cuando se enfade.
Por otra parte, si tu hijo te ha pegado, lo mejor es que te apartes de la situación para respirar hondo. Así, podrás pensar en cómo abordarla de manera positiva. Siempre que los ánimos estén más calmados, puedes decirle algo como: “No me gusta que me peguen, así que me voy y, cuando te calmes, podremos hablar y buscar la solución a lo que te sucede”.
Cumple lo que dices y demuéstrale a tu hijo que le prestarás atención solo cuando se haya calmado. De esta manera, recibirá dos mensajes importantes: que sus necesidades y sus sentimientos son importantes para ti y que si alguien no nos trata bien, hay que poner límites.